Creer para crecer.

Aprendí a no creer, en las promesas, en las palabras - Por muy del alma que parezcan-, en los te amo y el para siempre. A no dar por hecho que si lo dices, lo sientes.

Y qué nos pasó - me preguntaste-

Era mejor ser desconocidos,
era preciso no saber nuestros nombres
y compartir una cama
sin que el sentimiento se entrometiese.

Ahora nos odiamos sin saber.


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A bis mal

De oeste a este la Tierra, y vos. Se retrasaron a la cita con los astros.

O he sido yo, quien se adelantó al terror de los vidrios hechos pedazo en la baldosa resbalosa de la mente forzada. Que corrí en patines, que tomé un cohete, o el primer autobús, por el barro y el sollozo terso de la voz que no llegó -que esperé, que no llegó-.