He hecho de mis palabras un arma mortal que asesina por completo aquel sentimiento que corroe mis vísceras y los problemas no se van, no me dejan, pero se transforman en eso que me mueve y que motiva a mi mente a seguir adelante. La fortaleza es tan propia como la aflicción de tanto estar.
Un amor que no se cuestiona, que no se condiciona, ¿ha de ser real?, no son más que palabras confusas e inconscientes para calmar y colmar. Sirve de tranquilizante sin sentido, sin sentir.
Mas a fin de cuentas quiero estar, no por capricho de lucha, sino porque es el instinto al que autoricé a guiarme y es quien me dice que aquello es donde puedo, debo y por sobre todo, quiero desenvolverme.
Estamos solos frente al mundo pero el mundo no nos percibe, no somos actores relevantes en él, sí él en nosotros.
Basta con cinismos y aclaremos los malestares pues es solo eso lo que pudre la psiquis, el cansancio comienza a ganar y el poco tiempo que tiene nuestro pasar no se disfruta, se pierde...
Ni buenas, ni malas... {Noches} ¡Adiós!
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