Créelo, si te ha hecho sentido. Hazlo pues, si lo sientes.

diciembre 10, 2011

Confundió.

Vuelvo tras haber estado escondida en ese biombo lejano, que me separaba de la vida, me hundí en una insignificante realidad y busqué respuestas, recorrí tu cuerpo como quien fuere un profesional, caminé acompañada de mi silencio y escribí con mis pasos la oculta agonía, volví.
Quiero hurgar en mis memorias y reconstruir tus momentos, no dejarte, concentrarme en mi inquieta respiración y regalarla en un envoltorio que me recuerde a la percepción de ti.
Mírame con tu traslúcida mirada pues quiero leer cada febril pestañeo, bostezo en busca de mi aliento que olvidé en tu boca, lograré que el tú y yo se fundan a pesar del infierno probable.
Controlo la vehemencia que me provocas y reprimo mil anhelos ya que entonces las miradas traicioneras se encargarán de sojuzgarnos, alimentaré tu imaginación con palabras que inventaré, por ti y para ti.
Compañera a pasos lentos, manos tibias, mirada cálida. Esa sensación de soledad tan desagradable se ha ido, no volando -Volar es mi sueño- sino que se fue corriendo hasta desgastar las piernas, pues escapaba de mí y mis penas. No es la primera vez.

Una asignatura que enseñe humanidad.

He visto lo que no quiero, lo que no debo. He conocido mis reacciones en cada una de las ocasiones, me he quedado con la rabia en el estómago, en las vísceras. He gritado en silencio hasta el cansancio buscando justicia quizá... no, buscando elevar la voz de mi gente.
He sentido el dolor de mi pueblo cuando las autoridades les quitan la quietud todos los días, con violencia mi patria despavorida en la lucha contra quienes no debiesen tener la culpa. La impotencia de ser oprimidos por ser los débiles del cuento, pero más fuerte cantamos pues nuestras voces se acoplan y exigen al unísono Libertad.
Ancianos gastan sus últimos días esperando a un doctor -que permanece bebiendo café con sus intelectuales colegas- mueren en la desilusión que el estado regala, mientras sus familias les esperan con desayuno en casa. Resignación.
Hermosas las que luchan, con el cabello al viento, gritando lo que piensan -pues porque piensan- en estos tiempos, abrazando los árboles para no ser derribadas por los efectos de la agresión. Resistiendo con los ojos nublados, vomitando la molestia, concentradas en volver a sí.
Comienzan las piernas, a mandarse a sí mismas, corriendo de una máquina, corriendo del sistema.