Créelo, si te ha hecho sentido. Hazlo pues, si lo sientes.

enero 17, 2012

La inseguridad al respirar, los ojos cerrados. Abrazadas, muriendo mientras imaginan el futuro, una proyección endeble, sutil. La poco convencional lágrima recorre de manera autónoma una mejilla, luego la otra, empapa las sábanas de dolor, de algo que fue y ya no existe más. Las ganas de volver con un respirar hondo, un parpadeo agitado pero imperceptible, y la más usual de las sensaciones; cosquilleo, en el estómago.
Tengo la inestabilidad fresca, recién hallada, me involucré en algo que es poco probable dejar, de modo en que me convencí de lo bien que estaba, estoy. Sola de alma, solo mi espíritu, rehacerme como nueva meta.

Me comencé a oír; cada tres segundos inspiro, en uno o dos exhalo, en cinco pestañeo, en diez me trago las palabras y en quince las vomito, vómito lleno de pasión, pues hay algo que me impide la acción. Surgen mis inquietudes a altas horas de la noche, el sueño me abandona y se olvida por un gran rato de mí, oigo el cantar  de las aves mientras la luna se oculta, se oculta tras tan difícil aparición por montañas que alumbró. No quiero olvidar la fuerza, mi propia y única habilidad.
Mi cuarto deshabitado, estando yo, me resulta enorme por tal vacío, falta de deseos, de sentimientos, y principalmente de coraje.
Las ganas se han vuelto ligeras en relación a las de antes, no puedo escupir el malestar y soy esclava de otros seres humanos que pretenden ser dueños de mí. Somos privados de libertad sin inmutarnos, debemos rendir cuentas a personas que no somos nosotros mismos y la moral nos obliga a pensar que esto es lo adecuado. Prematura a decidir, resignada a acatar, ofuscada razonablemente.

enero 06, 2012

Entrega.

En mi cama, desolada, la desconozco por la ausencia de ti, de tu aroma, de esa esencia febril que dicta de aquel pensamiento libertario, luchador. De aquellos párpados cautivos del sucio sistema, de esas manos creativas y creadoras, de esos hombros fuertes y delicados, de las piernas combativas que me llaman junto a tu mirada, que me incitan a quererte con la intensidad que siempre mereciste. 

Mujer, rebelde, que defiendes a los tuyos más que a ti misma. A ti que usas el cariño como el mayor método de entendimiento, mujer orgullosa de sí, de sus logros y, que por cierto, enorgullece mis días.

Mujer, eres fuerte y libre, aprendiste a conocerte, a amarte por sobre todo, tu futuro está seguro pues al presente le ganaste con tus propias manos. Derribaste el pasado con el poder que te caracteriza -Mil hormigas invaden mis palabras y momentos cuando te pienso- eres capaz.

Mujer, tienes valor de sobra para enfrentar las más feas situaciones mundanas, me tienes a mí recordando cuánto te amo. Tienes la maravilla suficiente para encandilar la Tierra, conoces el dolor como para vencerlo diez mil y una vez más. 

Mujer, que con tu sensibilidad y compasión demuestras el fruto de un buen pasar; tu espontaneidad te hace atractiva; tu sensualidad me hace desearte; tu historia, comprenderte.

Mujer, fuiste, eres y serás bella. Necesito de aquel rostro armonioso y sencillo, de aquellos labios sinceros, de tus oídos que exigen verdad. Hermosa, niña, joven, y humana -en la amplitud de ese concepto ignorado- detente y siente que entre todas eres la mejor.
Eres compañera, lo eres todo.

Olvidé, de pronto, si te idealicé o te describí.



-Dedicado a Natalia Castillo, la mujer que invadió cada una de las palabras aquí plasmadas, dedicado también a cada una de las mujeres que sienta en las vísceras lo que anteriormente leyó.-

Buenas noches.