Después de pasar la tarde en la plaza de costumbre -sentado en el escaño de costumbre-, el viejo se ha recogido temprano como es su costumbre. Sentado al borde de su cama, fría como de costumbre, comienza a desvestirse pausadamente como tiene por costumbre. Entre prenda y prenda, y casi por costumbre, se queda un rato contemplando su sombra, negra como de costumbre. Dobla meticulosamente su ropa en la forma de costumbre y la deja sobre la silla, coja por costumbre. En su listado de pijamas de costumbre, tras entrar al baño demorando lo de costumbre revida llaves y cerrojos como es su costumbre. Desde el piso de arriba, como de costumbre, llega ruido de fiesta. Putea, como de costumbre. Pone su despertador a la hora de costumbre, y con plástica indiferencia que da la costumbre, luego de apagar las luces, se pega el tiro de costumbre.
Hernán Rivera Letelier.
"Donde mueren los valientes"
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