Un paso a delante junto a mis piernas agotadas de fracasos, brilla el sol mientras mi mente obscurecida tiene un recuerdo desolado y penoso, días inesperados tan normales como los demás, normales hasta aquel momento en que ese recuerdo no es más que manchas borrosas que he querido hacer desaparecer. Tímidas miradas se entrecruzan sobre bultos sin sentido, maravilladas por un destello inusual y sumamente especial, aquellas miradas que en ese instante se comunicaban sin necesidad de palabras, bajo un cielo ordinario que ambientaba esta atracción única.
Miradas sin proyección alguna, pensé que jamás volvería a encontrarte, ahora más que esas miradas nuestras manos entrelazadas caminan por un bien común, te he querido como a nadie.
Te vivo suavemente a pesar de que el tiempo corre en nuestra contra, intento pensar en un final que consuele mi deseo de desastre y sufrimiento sin embargo, encuentro nada sobre un todo eterno que me interna en un pensamiento irreal y raramente satisfactorio desafiando cualquier tipo de lógica mundana.
Observo cada detalle de tu rostro para memorizarlo en momentos de lejanía, noto tu ausencia que turba cada segundo de este viaje ascendente hacia mis sueños, donde nuevamente estás tú, los cuales al instante en que despierto son una inyección energética que a ratos me posiciona entre nubes y una felicidad más bien indiferente, vuelvo a mi centro donde preferiría estar pero la verdad no entiendo cómo haz hecho para cambiar ese antiguo y espontáneo conformismo, quiero felicidad.
Te deseo, inquieta en mi interior te espero y te busco, veo tus brazos queriendo abrazarme y me entrego de inmediato olvidando cada suceso, ahora lo importante somos tú y yo.
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